DON NECAR El regreso a Chacabuco

El regreso a Chacabuco

Bajo un cielo plomizo y entre el estruendo lejano de los cañones, Don Necar se tambaleaba. Su pierna herida apenas sostenía su peso, y la fiebre que lo había acompañado durante días amenazaba con derribarlo. Aquel hombre, otro cocinero en las filas del ejército, había abandonado su puesto en el campo de batalla anterior, cuando la derrota lo dejó sin más fuerza que para escapar. La guerra lo había marcado, no solo en el cuerpo, sino en el alma.

Había recorrido los caminos de la desesperación, sorteando penurias y miserias. La sombra del deshonor lo perseguía, y cada día que pasaba lo alejaba más de la dignidad que una vez tuvo como cocinero de guerra. Sin embargo, algo dentro de él se negaba a rendirse. Aun cuando su cuerpo parecía traicionarlo, su espíritu luchaba por mantenerse en pie.

Cuando llegó a la Perla del Atlantico,en Chacabuco, el aire cargado de pólvora y humo lo recibió con la frialdad de un antiguo enemigo. Sabía que no era un soldado, no portaba armas, pero su cuchillo de cocina había sido su única defensa en tiempos de batalla. Con él había cortado vegetales y seitan, preparado proteínas y fermentos para alimentar a sus compañeros, y también había cercenado cuerdas para escapar de la muerte.

Ahora, en la antesala de una nueva confrontación, DON NECAR sentía que su regreso no era solo al campo de batalla, sino a una vida que creía perdida. Encontró refugio nuevamente en las cocinas, donde el calor del fuego le devolvió una pizca de humanidad. Allí, con manos temblorosas, volvió a tomar una cuchara de madera, el único cetro que alguna vez tuvo.
Continuará...
@don_necar
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